lunes, 17 de octubre de 2011

The inner Game


El mundo es un pañuelo, a ratos un confeti. Mi profesora de inglés conoce a Pau Gasol en persona y le considera no sólo un hombre alto y simpático sino un auténtico gigante con el que solía coincidir en un restaurante de San Francisco (USA) que ella frecuentaba. Todas las semanas Sup y yo compartimos una tarde de charleta informal en inglés durante la cual hablamos de lo divino y lo humano. Esta tarde ella ha visto sobre mi atelier de San Sebastián un recorte de EL PAÍS en el que el mayor de los Gasol dice: "Hay que explotar el juego interior". El artículo lo firma Robert Álvarez -corresponsal del rotativo español en Lituania especializado en deportes- y, por lo tanto, está cogido a vuelapluma a efectos de utilizarlo en un equipo empresarial con el que comenzaré a entrenar en diciembre. Sup me pregunta por la conexión entre Gasol, el entrenamiento profesional que realizo, y el "juego interior". Entonces -como si me hubieran dado cuerda- desato mi lengua y mi pasión para hablarle del Inner Game, del Juego Interior, del Poder de la Actitud con la que todo comienza a gestarse o a destruirse... Me deslizo por las escurridizas rampas del creer para crear, me atasco buscando los vocablos en inglés para referenciarle a mi mentor John Whitmore -padre neurológico del concepto- y tras unos diez minutos ininterrumpidos -salvo para algunas correcciones fonéticas- me mira con sus enormes ojos negros de búho y añade: pero, Azucena, el baloncestista de Los Ángeles Lakers (NBA) se refiere a utilizar la batería de pívots como arma de juego... Plof. Una de realismo y no precisamente mágico (García Márquez). Lo sé, claro que lo sé, pero ¡es tan inspirador quedarse con el titular! En honor al único atleta no estadounidense que ha recibido el prestigioso premioRookie lo llevaré igualmente a la empresa, lo mostraré al equipo, lo diré en voz alta: hay que explotar el juego interior.

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