Los dedos quieren escribir, aunque todavía no saben lo que quieren contar. Y -rebosantes de impulso- las emociones luchan por hacerse oír tras dos jornadas completas compartiendo con una decena larga de compañeros de viaje. El viaje no es otro que el del auto-conocimiento: profundizar en los propios límites, y medirse con la propia sombra. El pretexto oficial es el aprendizaje de una nueva metodología para transformar las organizaciones, y el maestro de ceremonias es un hombre de origen español que en su devenir se ha transformado en un hombre sueco: Moliní, ya les he hablado de él.
Cuando la intensidad de una experiencia me desborda, tiendo a expresarlo con una metáfora práctica y jocosa y digo que me siento "colmada hasta el pitorro de la boina".
La foto que ilustra el post es de Eutokia, un lugar concebido como incubadora de proyectos de innovación social. En la terraza cultivan tomates y menta y, en el interior, hay una cocinita abierta en la que puedes hacerte un café y, después, lavar tu mismo la cubertería y la vajilla. El mobiliario está hecho totalmente de deshechos y/o reciclaje, y desde cualquier rincón del inmueble ves el cielo y las montañas. Quizá sea el vértigo del caos, acaso sea la libertad de sentirte como en casa, tal vez se deba a las magdalenas que compra y comparte Ziortza... el caso es que en Eutokia se producen el aprendizaje compartido y la puesta en común más desnuda que puedan imaginar. Hay profesionales como la copa de un pino que verbalizan desconocer los rudimentos de las constelaciones organizacionales, adultos que no han oído hablar del eneagrama, hombres que no saben poner bombillas y mujeres que no fríen un huevo. En mi equipo Moliní ocurren todo tipo de paradojas y este cortocircuito me tiene fascinada ya que no sólo me divierte sino que estimula mis neuronas como una sobredosis de sudokus, un viaje galáctico a la luna, o un cuento de Borges.
La autenticidad, la risa, la humildad, el compartir y la generosidad son implacables termitas que devoran la inercia, el desánimo, el aburrimiento e incluso el miedo porque... aunque distintos (muy distintos) juntos volamos más lejos y más alto. ¡Todo es posible con un poco de participación genuina! La magia consiste en crear las condiciones para que esto ocurra, algo que tal vez fuese natural hace muuucho tiempo. Estoy cansada, físicamente muy cansada, y apenas cuento con 24 horas para recuperar el paso, el ritmo, y afrontar una nueva semana llena de desafíos laborales ante los que ahora me siento mejor preparada y menos sola.
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