Tratamiento de belleza ¡por ósmosis!
No se trata de una terapia de moda en un selecto balneario de los Alpes, sino de incrementar la belleza y el nivel de satisfacción en el vivir por ósmosis con personas jóvenes de veinte, cincuenta, o setenta años dispuestas a probar cosas nuevas, por ejemplo: embutirse en un neopreno y sumergirse en el Cantábrico en el mes de octubre para descubrir peces de colores a doscientos metros de la orilla, alguna estrella de mar, un tímido pulpo adosado a unas porosas rocas verdes y un vaivén enérgico cuando sube la marea.
Junto al truco de probar cosas nuevas, el tratamiento por ósmosis consiste en reír mucho sin preocuparse demasiado del porqué.
Ayer me encontré con un amigo. Yo iba en bicicleta y él haciendo jogging. Cuando coincidimos en la calle, nos queremos lo suficiente para frenar nuestra actividad e intercambiar algunas frases: ¿Qué tal? -me preguntó- superbien -le contesté-. Ya vendrá alguien a jo...te -me dijo con la ironía que le caracteriza-. No, no creo (le respondí) porque no me dejo... Y aunque nos despedimos de inmediato, su pesimismo se alojó como una piedra al fondo de mi mochila.
Esta mañana el vestuario de la playa estaba atiborrado de swofties, de mujeres de cincuenta o más años (con cuerpos estupendos) que entre ducha y exfoliación se ríen a carcajadas de casi todo. Las swofty son una tendencia internacional cuyos referentes mediáticos son mujeres como Madonna, Susan Sarandon, Sharon Stone o Demi Moore: sin la servidumbre de sacar adelante una familia, con hijos adultos, interesantes carreras creativas, saneadas cuentas corrientes, excelente sentido del humor, y algunos admiradores. Estas mujeres reconocen ser más sabias que a los treinta y desde luego practican a diario actividades lúdicas, deporte, viajes, lecturas y compañías novedosas: se mantienen bellas y jóvenes por ósmosis. A nuestro estilo ¡todos podemos ser swofty!
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