El 25 de enero de 2013 comencé una "serie" de buenas noticias que alimento con esmero e intercalo con post de contenidos varios en un anhelo de convertir el blog en un soporte dinámico y poliédrico de intereses, contenidos, reflexiones y complicidad con ustedes, los lectores y -en algunos casos- amigos.
Escribo hoy muy contenta al descubrir que poseo el mismo navegador (o GPS cerebral) que una rata, según el neurocientífico Brad Pfeiffer, de la Universidad de Medicina de Baltimore.
Animada por esta esperanzadora noticia... y utilizando precisamente mi hipocampo... he podido recuperar algunos euros que daba por perdidos. ¡Gran noticia para una economía modesta! ¿no les parece? Les cuento.
Esta mañana me he encontrado en la calle con un empresario con el que colaboro desde el año 2006. Nos hemos ido a tomar un café, me ha contado algunas novedades recientes de su empresa, y explicado que estaba en la ciudad tras realizar algunas gestiones bancarias. Después de un silencio, me ha preguntado si me importaba que me pagase en mano la ultima factura (correspondiente al mes de marzo, por un importe de varios cientos de euros). Dado que yo me encontraba a unos metros de mi despacho me ha parecido bien, así que me ha dado el dinero y nos hemos despedido con un abrazo.
Pero... en lugar de dirigirme directamente a la oficina, me he acercado al Corte Inglés porque deseaba comprar un cuaderno, algunos post it nuevos de colores, y pegatinas de agenda. Me he encaminado hacia la zona de papelería y tras comprar los artilugios he salido muy contenta. Ya en el despacho he revisado los bolsillos de mi gabardina y el bolso para descubrir que no tenía la cartera. Me ha dado un yu yu, he entrado en pánico, y salido disparada hacia el Corte Inglés donde ... ¡voila! mi monedero marrón aún estaba intacto sobre el mostrador sin que nadie -absolutamente nadie, ni siquiera las dependientas- se hubiera dado cuenta de su valiosa presencia.
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