lunes, 15 de abril de 2013

Xiaohuangji ¡ No compito! Me apeo


¡Lo que nos faltaba! Un chat automático cuya finalidad es combatir la soledad y el estrés, dos de los males de la civilización contemporánea. 

Por si la competencia para los profesionales del acompañamiento fuese poca, ahora llega el turno de Xiaohuangji, considerado "el pollíto amarillo más guapo y listo del universo".


Nació en la red social RenRen -160 millones de abonados chinos- y habita en el smartphone de tres millones de asiáticos. Imposible competir con  Xiaohuangji que trabaja 24 horas al día, 365 días al año, y habla 45 idiomas. La invención ha emergido en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hua Zhong donde un joven de 22 años -llamado Wang Dapeng- lo ha popularizado entre los internautas de su país.

No compito con un pollito amarillo, ni con algunos colegas que invierten cuatro horas al día en actualizar redes sociales -Linkedin, Facebook, Twitter-, entablar conversaciones varias por Skype, actualizar su blog, modificar su pagina web, y mantener al día su correspondencia on line, es decir, los correos electrónicos. 

El domingo le pregunté a uno de ellos cuánto tiempo al día dedica al trabajo productivo -aquel que se factura-. Entonces él se encogió de hombros (como si la pregunta resultase banal) y me miró como si yo estuviese loca. Ni que decir tiene que me sentí una pordiosera, miserable y materialista, al tratar de ganarme las alubias como cualquier otro ser mortal -incluido mi colega que también es autónomo y vive de su facturación-.   


Tampoco compito por ser la persona que más vídeos Ted visiona al mes y selecciona para colgar incluso en el balcón, junto con los calcetines granates. 

Tengo la sensación de que nos estamos pasando con tanto exhibicionismo, o cuando menos con tanto narcisismo olvidando la tarea de cada cual. ¡La tarea! 

Reconozco mi adicción a la escritura que vengo practicando en los últimos cuarenta años primero en cuadernos Moleskine, más tarde en mi máquina Underwood, ahora en el ordenador, más tarde... ¡en el mismísimo nido del pollito! Ahora bien, una parte diminuta de mi cerebro -donde a ratos habita la cordura- me dice que conviene vigilar esta dependencia del teclado, este convulso atisbar si hay/ no hay visitas de lectores o comentarios... y el impulso de compartir el último suspiro del último mosquito del planeta. No compito, ni con el nuevo tamagochi, ni con los expertos colegas internautas, ni con los epilécticos  frikytwitters. Me apeo. Supongo me estoy buscando algunos enemigos pero es que ¡ya está bien! dentro de poco no vamos a ser humanos, ni desde luego divinos, sino ciber-espectros.  


No hay comentarios: