martes, 16 de agosto de 2011

Ataque ¿de pereza o de cereza?

Llevo todo el mes de agosto en el Caribe sin haber volado a Sudamérica. Supongo que me ha picado algún tipo de mosquito, y aunque la colonización de mis neuronas ha sido indolora y silenciosa, el resultado es espectacular ya que ha diezmado mi disciplina congénita

Les cuento: Tengo la manía de hacer listas de ideas y proyectos a desarrollar, de gestiones administrativas pendientes, de objetos por reparar, ordenar, tirar... ¿me entienden? Estoy segura de que me entienden. Lo que siempre ha ocurrido es que miro los listados, me pongo a ello con un ritmo casi eficaz, voy tachando lo que realizo, y al final de la jornada me siento feliz, como una lombriz.

Este agosto 2011 no está funcionando así en absoluto: mantengo el hábito de hacer listas al final de cada jornada pero al día siguiente opto tranquila, serena, plácidamente, por no hacer casi nada de lo planificado sino aquello que me pide el cuerpo, el alma, o el mosquito del deseo que se me ha colado hasta la médula. Duermo diez horas, leo mucho, arreglo las plantas, cojo la bicicleta para tomarme un helado de nata en la otra punta de la ciudad, coso adornos en la ropa, contemplo los fuegos artificiales desde la playa, me compro objetos bellos que no necesito, acumulo cuadernos de diseño, y me lanzo desde casa al mar en cuanto atisbo baja la marea. En fin, Serafín, que hago -exactamente- lo que me da la gana lo cual hace que al término de la jornada me sienta feliz, como una lombriz.

Si con ambos métodos alcanzo idéntico resultado... ¿a qué viene fustigarse?

Anestesiado por la picadura del mosquito, mi Pepito Grillo interior anda un poco despistado pero no muerto, por lo que calibra que este ritmo caribeño no sería sostenible en el tiempo, así que me tira de la manga y anima a retomar el timón de mis quehaceres, aquellos que elijo como destino para desarrollar mi potencial. Digamos que apela a la coherencia entre mi comportamiento y aquello en lo que realmente creo: que podemos ser felices -alcanzar la dichosa autorealización de Maslow- mientras surcamos la reseca tierra. Me pongo a ello ¡¡ahora!!

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