jueves, 8 de diciembre de 2011

Artilugio del XIX para mujer del XXI

Un reguero de stress me seguía esta mañana monte arriba cuando la niebla anunciaba el comienzo de un día gloricioso. La vertical ha sido más fuerte que su terquedad y alcanzada la primera cima la tensión y sus menudillos -adheridos a mi nuca- se han despeñado ladera abajo. 

Más tarde mi retina se ha llenado de avellana, en verdad del dulce color marrón de la cáscara de avellana. El hayedo (aún con escarcha) estaba cubierto de hojarasca de una profundidad tal que, al caminar, sólo la fe en que debajo existiría un suelo ha permitido mi avance. En alguna ocasión el leve sonido de un pájaro lejano mezclado con el fluir del arroyo alertaban de la presencia de agua bajo la grueso mantón de hojas. Sólo en este entorno he podido conectarme a ella en su cumpleaños, hoy, 8 de diciembre. Ella y sus detalles. Por ejemplo, la diminuta barbillera del siglo XIX (que acaba de adquirir) construida por el compositor, violinista y director de orquesta alemán Ludwing Spohr. 

Se trata de un accesorio  minimalista que propicia una fusión casi biológica entre el músico y su instrumento. En su cumpleaños ella ofrece dos conciertos con la Bach Orchestra of Netherlands con un violín y una barbillera que, juntos, superan los 400 años de antigüedad. Plata y ébano negro como las bolitas de las cabras que completan el paisaje bucólico de hoy, sin ella, rozando la nostalgia tras cinco años de vida en el extranjero.

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