viernes, 2 de diciembre de 2011

La esquinita del naufragio

Aunque la mujer no trabajaba desde hacía cuatro años y no cobraba subsidio, él permaneció en el limbo hasta la tercera semana del mes de noviembre cuando ella preparó legumbres en tres ocasiones, con poco aliño y ningún condimento cárnico.

Más por olfato que por instinto,  el hombre se percató de que ella debía de estar arruinada. Lejos de asustarse, llorar, salir corriendo o preguntar, tomó un café consigo mismo junto al rompeolas y alcanzó dos decisiones: ser optimista de una manera plena, sin fisuras en ninguna de las capas del pensar, el sentir e incluso el mundo onírico, y proteger su pareja del improbable deterioro del amor. Quizá no sería capaz de taponar la hemorragia financiera -pensó- pero al menos llenaría de humor las grietas que fuesen resquebrajando las paredes de su existencia. ¡Cualquier cosa con tal de preservar su relación!


La tercera semana del mes de noviembre Peter Cook culminaba uno de sus proyectos estrella, el Kunsthaus Graz, el museo austríaco (en la imagen inferior). En la inauguración apareció junto a su amigo, el también arquitecto Colín Fournier (a la derecha en la imagen) y ambos ofrecieron una rueda de prensa en la que -a preguntas de los periodistas- Cook declaró: se han vivido muchos años de bonanza, ahora toca trabajar, y ha llegado el momento de la imaginación y el idealismo, por lo que los edificios que construyo no responden sólo a una función artística sino que ofrecen algunos "extras" entre los que se encuentra el optimismo.

¿Optimismo ante el despliegue de la imparable recesión? preguntó en tono irónico una excéptica periodista senior francesa. Mire -contestó el arquitecto- durante mucho tiempo no he tenido encargos y me he dedicado a la docencia mientras acumulaba miles de observaciones en mi bolsillo; ahora las pongo al servicio de los seres vivos. La mayoría de la gente -continuó narrando con paciencia Peter Cook- es débil y miedosa. Hace falta valor para inventar algo. Ser optimista es una decisión. Cuando las cosas se hunden hay que buscar la esquinita del naufragio  desde la que se pueda hacer algo positivo.



Su amigo Fournier retomó la palabra mirando a la francesa para comentar: en nuestra sociedad se entienden el pesimismo y la negatividad sin necesidad de justificación ¿por qué negarle la oportunidad al optimismo? Estén como estén las cosas -añadió Cook ya cuando salía- yo no tengo interés en parecer puritano. Es más -apostilló con una sonrisa pícara- prefiero vivir y comportarme de una manera traviesa.

1 comentario:

H dijo...

Optimismo y esperanza. Más necesarios que nunca en estos momentos de crisis.
Bicos,

H