Perdida en la Galaxia Gutenberg me pregunto por el sentido de algunos procesos que mantengo abiertos desde hace tiempo bajo demanda de algunos clientes, en este momento dos mujeres y un hombre que no avanzan en su plan de acción.
Con ellos transito sobre frágiles y estrechos puentes atisbando profundos desfiladeros rocosos cuya sola contemplación hiere. Acompaño durante algunas jornadas la consciencia de que algo en sus vidas no va bien, camino a su lado mientras nieva en ausencia de afecto, ternura o alegría, y juntos nos calamos hasta los huesos. Ellos lo encuentran útil; yo tengo mis dudas, y -cuando medito- me inquieta no ser capaz de llevarles al otro lado de la orilla, a salvo de las miserias inherentes a la vida.
Hay algo terapéutico en el hecho de sentirse acompañado, de ser escuchado en plenitud y reflejado en el contraste de espejo que practico: sin juicio, con ética. Lo sé, pero no me parece suficiente en mi calidad de facilitadora del cambio. No niego su validez o eficacia porque las personas lo agradecen, pagan por ello y vuelven: es evidente que le otorgan un valor. Pero...en estos tres casos que refiero no me parece suficiente. Hablaré con ellos. Sólo una cosa me inquieta: no quiero que se sientan abandonados. No es fácil, veré cómo lo hago.
Dedico este post a los fieles y cada vez más numerosos lectores de Madrid (España).
No hay comentarios:
Publicar un comentario