domingo, 14 de mayo de 2017

El binomio auto-respeto / asertividad



Será una coincidencia de la que no merece la pena extraer conclusiones precipitadas, pero en los últimos meses varios de los proyectos en los que trabajo incluyen el fortalecimiento de competencias de comunicación vinculadas a la asertividad.

En 2017 existen numerosos libros que profundizan en el tema. Sin embargo, no era así hace una década cuando Olga Castanyer publicó el superventas titulado: Asertividad, expresión de una sana autoestima, del que he regalado numerosos ejemplares como soporte referencial al trabajo con personas a las que les cuesta poner límites, defender sus derechos, expresar discrepancias, necesidades o deseos y -sobre todo- decir ¡no!

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La práctica de la asertividad es una pared de doble uso: separa y protege; y el arte consiste en explorar sin miedo cómo funciona en la vida real. El ejercicio de la asertividad nos separa de aquello que no deseamos que nos invada, contamine, aplaste o fagocite, al mismo tiempo que protege el dulce caparazón de la identidad que conoce sus necesidades, principios, sueños, energía y tiempo. ¡Tiempo! ya saben... ese oro líquido del que está hecha la vida.

Es un tema apasionante que -en mi experiencia- ofrece resultados espectaculares cuando se integra como una práctica cotidiana, se pierde el miedo a los efectos colaterales no deseados, se hace acopio de coraje, y se toma la decisión de querernos a nosotros mismos tanto como a los demás y de escuchar las necesidades propias tanto como las ajenas. En una palabra: cuando ganamos en auto-respeto cogemos carrerilla para formular en voz alta aquello que pensamos-queremos-necesitamos o discrepamos con independencia de lo que diga la mayoría dominante, lo que a veces tiene un coste -aunque no tan alto como renunciar a ser quien eres-.


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Esta semana el devenir de mis tareas me ha confrontado con varias paredes de asertividad. Algunas me han protegido, otras me han aislado, varias han resultado inocuas, y un par de ellas pueden hacer zozobrar un proyecto. Pero persisto en el auto-respeto para no diluirme como un azucarillo en el café, y defiendo mis principios aun cuando soy consciente de que pueden ser erróneos. Finalmente me reconforta leer El País donde la actriz Adriana Ozores dice que ha construido su carrera -sobre todo- a base de la practica reiterada del ¡no!



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