lunes, 1 de mayo de 2017

El origen de toda creatividad



Mucho he oído a mis maestros sobre la "fragmentación" entendida como insana separación de lo que es un solo "sistema". En el caso de los humanos la fragmentación entre cuerpo, mente y espíritu. Como siempre, de la comprensión a la integración ¡hay un trecho! que conviene hacer en solitario por desfiladeros en los que el murmullo del río ¡hipnotiza!




Vivir en la mente nos debilita porque solo es uno de los fragmentos de nuestro ser. El cuerpo  el gran olvidado. Y el alma... la desaparecida en el combate del siglo XXI.

Reconozco ganarme el pan con el sudor de mi frente-mente ya que contratan mi conocimiento y experiencia, así que pongo empeño sin escatimar esfuerzos que con frecuencia exceden la fuerza de mis canas. Esta imprudencia provoca que (de vez en cuando -y sin que nadie se de cuenta-) me colapse por saturación en el sistema mental, que agota el sistema físico y languidece el alma como en un juego de naipes. Cuando ocurre, me concedo el lujo del tiempo, y me "pierdo" en la naturaleza para "encontrarme" a mi misma como una totalidad no fragmentada. Entonces resueno con algo más grande que yo. ¿Qué es? ¿Cómo lo percibo?


 


Por el pedregoso desfiladero viajan conmigo los maestros cuya tradición propone la existencia de dos mentes: la pequeña mente racional y consciente (que utilizo hasta la extenuación en mi vida y trabajo cotidianos) y la gran mente (intuitiva e inconsciente) que todo lo integra: los pájaros, el río, los chopos -hoy asustados al soplar el vendaval- así como mi mente, cuerpo y alma que (en este entorno) alcanzan una felicidad no explicable con palabras.

La práctica de la integración de las partes fragmentadas aporta fuerza, lucidez, creatividad, chispa, alegría y hasta soluciones a dilemas de la vida y los negocios que hubieran sido inalcanzables desde la pequeña mente racional. Todo lo que mis clientes encuentran valioso de mi trabajo sale de aquí: de la fusión con el murmullo manso del río y la persistencia del pájaro carpintero. Sin esta verdad rotunda mi pequeña mente se habría secado como una pasa hace mucho tiempo y no tendría nada fresco que aportar.



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