jueves, 2 de agosto de 2018

A day without work panics me!



Varada tras el último naufragio. Acabo de iniciar mis vacaciones y me acuerdo de la novela escrita por Esther Tusquets que leí hace veinte años, cuando la editó Anagrama (1998). 

Me siento varada como una ballena que hubiera perdido su "sonar" o capacidad de emitir y escuchar sonidos que orientan en las profundidades marinas cuando la oscuridad hace imposible adivinar el horizonte.

Esta vez no se ha producido naufragio alguno, lo que no resta intensidad a mi desconcierto (casi malestar) al frenar mi actividad laboral tras siete meses de agenda imparable que me han hecho sentir como si hubiera cruzado a nado varios océanos.




Pasarlo mal tiene sus recompensas, por ejemplo: he descubierto algunas razones que me permiten entender mi desconcierto y poner rumbo a otros mares. En primer lugar, fui educada en una familia donde el trabajo imprimía carácter (según mi padre). En segundo lugar, he dedicado cuarenta años a oficios en los que he tenido el privilegio de disfrutar, aprender y crecer (además de pagar facturas). Por otro lado, mi actual profesión hace que me sienta útil, lo que alimenta mi ego. ¡Ay el ego! Y, por último, tener una agenda intensa me obliga a concentrar toda mi energía y atención "ahí fuera" (en el mundo) silenciando frustraciones o anhelos del alma que emergen cuando saco la cabeza a la superficie.

¡Vale! lo entiendo. El tercer día de vacaciones me siento mejor y soy capaz de escuchar el "sonar" del placer compartido con la familia en entornos bellos donde cada uno va encontrándose a sí mismo...




Finalmente hoy -leyendo la biografía de de George Lois- he descubierto un párrafo que me ha hecho sentir menos "bicho raro" ya que el famoso diseñador gráfico afirma"... A single day without work panics me..." (*) Puff... qué alivio.



(*) "Un día sin trabajar me hace sentir pánico",  George Lois. 

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