martes, 11 de junio de 2013

Contemplación en la Acción


Museo San Telmo. Tan cerca (en San Sebastián, donde vivo). Tan lejos: diez años en el padrón municipal y lo he descubierto el sábado, gracias a mi equipo de propulsores del cambio, alumnos y compañeros de viaje, con los que he disfrutado, aprendido y -a ratos- sufrido, que es otra manera de amar la diferencia de necesidades, pulsiones, sueños, anhelos, egos, bondades y hasta preferencias gastronómicas  ;-D

Catorce personas explorando conjuntamente aprendizajes entre octubre 2012 y junio 2013: catalanes, gallegos y vascos coqueteando cognitiva, emocional e instintivamente en una exploración cuyo pretexto era la construcción de equipos transformadores en las empresas. Equipos. Empresas. Transformadores. Cada uno pone el acento donde le apetece y sigue construyendo experiencia, la madre de la ciencia. 


Por fin hoy -que es martes y paso toda la jornada trabajando en Bilbao- tengo una mini-tregua para escribir a chorro, permitiendo el desahogo de mis dedos que ponen palabras al viento. En la estantería del stand by acumulo experiencias que me gustan, emocionan o impactan, en espera de ser procesadas y escritas en el blog, en Linkedin, en Facebook... en cualquier muro que se precie, excepto en las sagradas piedras del claustro del Museo San Telmo, el más antiguo del País Vasco, donde nuestro grupo hallaba motivo de chanza en cualquier cosa. No porque el museo no sea soberbio, sino porque nuestras ganas cómplices de reír lo salpicaban todo, como la lluvia torrencial que nos acompañó mañana, tarde y noche. Los vestidos, por ejemplo: ¿qué talla son, quién llenaría su escote, cuántos centímetros de cintura sería preciso reducir? 


A la salida tomamos infusiones en la cafetería vip del museo y seguimos riéndonos. Joseba habló del libro El liderazgo al estilo de los jesuitas escrito por Chris Lowney. Yo me permití recordar que Ignacio de Loyola nació en Azpeitia, Guipuzcoa (en 1491) y que tras ser soldado, peregrino, estudiante y sacerdote, pasó a la historia de la humanidad por sus ejercicios espirituales. Mari Mar comentó que era un gran mediador en cualquier clase de conflictos. Entre risas (sin alcohol) chocamos tazas en un brindis por el santo. Al despedirnos alguien recordó mi pasión por "el sabio camino del medio".  Pasión por el Do (Hacer) y el Un-Do (no hacer) en un flujo y reflujo propio de las mareas. De nuevo Joseba -acaso el más ilustrado- citó el lema de la orden de los jesuitas: Contemplación en Acción. Me pareció brillante, como la jornada. Y con eso me quedo como aprendizaje inspirador para mi vida y mi trabajo: contemplación en la acción, desde "el barro" (la trinchera cotidiana en las empresas), expresión que tanta gracia le hace a Mari Mar.


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