Hace unas semanas acudí a una conferencia de Juan Carlos Cubeiro en la Alhóndiga de Bilbao en un acto organizado por Aecop. Entre otros muchos datos y curiosidades, Cubeiro informó de una característica común a la mayoría de los triunfadores del mundo empresarial: leen doce libros al año (uno al mes). Aunque me sorprendió tan poca lectura, observé entre las filas de tiburones que asistían al acto (ya saben treinteañeros con despacho, traje de marca y reloj Breitling) que se quedaban boquiabiertos. ¡Un libro al mes -exclamó un pelirrojo a mi derecha- qué barbaridad, de dónde sacamos tiempo!
Entrevistando en una ocasión a la editora Carmen Barcells, aprendí que se cataloga como "gran lector" a las personas que leen entorno a treinta libros al año (dos ejemplares y medio al mes). A alguno de ustedes la cifra les parecerá inalcanzable y a otros simbólica. Personalmente leo unos sesenta libros al año voluntariamente elegidos en las librerías de las ciudades que visito, es decir, al margen de aquellos que son obligados en ciertas formaciones. En fin, unos cuantos libros... lo que explica el colapso barroco -casi churrigueresco- de las estanterías de mi casa y despacho, la invasión de los espacios familiares comunes y la cada vez más floja aportación que hallo en los volúmenes nuevos, muchos de los cuales resultan un recorta-pega y colorea de manuales anteriores o de clásicos de la empresa, el liderazgo, la escritura o la comunicación. En algunos casos se quedan en recorta y pega porque el autor ni siquiera colorea, de insulso que resulta el volumen. Es algo que me enfada porque amo sobremanera la lectura y tener la sensación de pérdida de tiempo, de dinero y de aprendizaje me resulta lamentable.
El caso es que de vez en cuando topo con una joya. El pasado fin de semana la prensa económica recomendaba un volumen escrito por Alfonso Durán-Pich, titulado El Canon del Management y editado por Deusto. Ayer me hice con un ejemplar y aprovechando la jornada festiva he devorado lenta y apasionadamente algo más de cien páginas. Se trata de un ensayo riguroso en el que este emprendedor, directivo, conferenciante y profesor de escuelas de negocios repasa todos los referentes históricos del management, desde Taylor hasta Fayol, pasando por Carnegie, Drucker, Maslow... Con un estilo académico y ameno aporta la esencia de los principales pensadores empresariales de la historia de la humanidad. Apasionada por las ideas de Chester I.Barnard, he repasado tres veces su capítulo hasta memorizar que las organizaciones que quieran sobrevivir han de tener un propósito compartido, la voluntad de cooperar y la habilidad de comunicarse. Sencillo, obvio y, sin embargo, ausente de nuestras empresas del siglo XXI.
¿Cómo está su equipo-departamento-empresa en cuanto a propósito compartido, voluntad de cooperar y habilidad para comunicarse?
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