viernes, 17 de diciembre de 2010

La tierra, el hogar compartido

Alto, delgado, con un poco de pelo blanco cobijando sus orejas y un impecable traje gris marengo sólo animado por una tenue nota de color en la corbata, Zygmunt Bauman ha dejado en San Sebastián un mensaje de inquietud, algo que se repite como una letanía cada vez que escuchas a los grandes pensadores.

Durante una hora de perfecto inglés, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010 ha desarrollado una ponencia interesante, un tanto inconexa, con referentes históricos al comunismo y al capitalismo porque en sus ochenta y cinco años de existencia le ha dado tiempo a estudiar, aprender y enseñar mucho. Judío de origen polaco (Poznan), es Doctor Honoris Causa por quince universidades y ha mostrado ante el público -que llenaba la sede de la Diputación Foral de Guipúzcoa- la irreverente osadía de quienes ponen sus contrastadas verdades éticas por encima de las conveniencias políticas o sociales.

El pretexto era hablar de las personas y el consumo como una relación de amor-odio. El discurso ha transcurrido por meandros de ironía bien orquestada por un verbo fácil, una mente prodigiosa, y una capacidad de improvisación necesaria en las tres-cuatro veces en las que se ha despistado por completo del discurso.

Muchas ideas potentes para compartir con ustedes. Sin embargo, elijo la que Bauman ha presentado como una certeza: para que todos los habitantes de la tierra viviéramos como lo hacemos en los países desarrollados necesitaríamos cinco planetas. Y no es posible: dejemos de consumir. Este ha sido el epitafio de su discurso duro, sarcástico y profético sobre el cercano final de la tierra a la que el Premio Príncipe de Asturias se refiere como "el hogar compartido".

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