Ya estoy en la Rue del Percebe. Bueno... quizá ustedes no recuerden aquel cómic de los años noventa en el que aparecía una gran viñeta y varios personajes divertidos que compartían calle e incluso portal: la Rue del Percebe, número 13. A mi me gustaba mucho. Me he acordado de esta anécdota porque ya estoy "al cabo de la calle" -recuperada de una gripe malvada- a base de zumos, reposo, mimos, solidaridad de muchos clientes y amigos y algunos regalos que merecen mención de honor, tres en especial. Un libro titulado "Sopa de pollo para el alma" -cocinado por Itziar-, una caja de manzanas reinetas -cultivadas por Josean en su caserío- y un kilo de dátiles cuyas propiedades sanadoras del asma, la bronquitis o el catarro desconocía hasta ahora (por no hablar de su rico contenido en hierro, potasio, fósforo y vitamina A). También azucares, claro. Dejemos eso para otro día.
El caso es que esta mañana me he llevado algunos dátiles para energetizar la mañana laboral y he topado con uno tan gigantesco que era imposible introducirlo entero en la boca ¡enorme! Lo he mordisqueado poco a poco deleitándome con su pulpa carnosa, suave, dulce, natural, y ya en casa, he mirado la caja con curiosidad y he descubierto que han sido cultivados por granjeros del Valle del Jordán. Estos pequeños manjares son de la categoría groumet, naturales, sin aditivos, conservantes ni colorantes, y en su tapa roja pone Medjoul, tropical fruit, Categoría I entre dibujos de palmeras. ¡Muchas gracias Orfeo!
Ahora sólo cabe esperar que se fragüen a conciencia las propiedades afrodisíacas de los dátiles... y entonces tendremos la fiesta completa ;-D
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