martes, 21 de diciembre de 2010

Hambre de Gol

A orillas del Urola hay un sendero de tierra y hierba del que disfrutan los azpeitiarras en los soleados días de invierno. Ayer. Una bandada de patos sobrevuela la zona y aterriza de repente sobre el río. Práctican esquí acuático al comienzo de la tarde para los cuatro privilegiados que andábamos sueltos por allí en la víspera de Santo Tomás, festividad popular donde las haya, en el País Vasco.

Llegué a la localidad guipuzcoana a primera hora de la mañana. El pretexto era la motivación, el lugar un coqueto salón de belleza de la localidad y el equipo catorce personas receptivas al aprendizaje, tímidas -casi cerradas a las 10.30 de la mañana- participativas y chispeantes a las 13.30. ¡Qué gran experiencia para mí poder compartir con ellas algunas ideas, algunas dinámicas, algunas lecturas y algunos conocimientos! El empresario y artífice de la magia del encuentro se llama Javier. Admiro el nervio de este hombre, su capacidad de romper moldes en una tierra en la que todos se conocen por su nombre. Azpeitia no es Nueva York aunque puedan vestir, peinarse, producir y consumir al mismo nivel que en Brooklyn.

Tomé café en la Oñatz Taberna de la plaza del ayuntamiento donde había un mercado de frutas, quesos y verduras del país. Todos me hablaron en euskera con rítmo rápido y acento cerrado porque las montañas protegen Azpeitia de la invasión de otros acentos. Urraki, Samiño, Ernio y el macizo de Izarraitz custodian usos y costumbres de un pueblo recio, firme, trabajador, hecho al sacrificio y a la lucha. Ayer pude palparlo y me sentí honrada de estar allí, entre ellos, desafiando algunos paradigmas del comportamiento humano en el contexto empresarial.

De regreso a San Sebastián -41 kilómetros de distancia- observé el Balneario de Cestona (queda a la izquierda camino de la capital) que parece un inmueble fantasma anclado en una novela de Patricia Highsmith. Por la tarde, ya en el despacho, tocaba reunión de sabios. Alguien en un momento dado formuló en voz alta la definición de un equipo de alto rendimiento: "... Personas ambiciosas que han llegado a comprender que juntas pueden responder mejor a los intereses particulares de cada cual". Interesante. Cuadra con la experiencia matinal. ¿Qué entiende usted por "persona ambiciosa"? pregunté al más anciano, a lo que me contesto: una persona es ambiciosa cuando tiene hambre de logro, hambre de gol. Y sonrió.

No hay comentarios: