sábado, 5 de octubre de 2013

Óxido en la Bahía



Ayer Ruth me preguntó cuántas horas he hecho de coaching. Le contesté que algunas, bastantes... pero la respuesta no calmó su curiosidad por lo que después de beber unos sorbitos de té verde quiso saber si las contabilizaba y si eran cientos o miles. Dado que era viernes, yo disfrutaba de un chupito de orujo, y no pretendía evadir la respuesta, le contesté que desde el año 2002 he realizado casi nueve mil horas de entrenamiento directo a líderes y equipos empresariales. 

A ella le parecieron muchas. A mi no me alcanzan para sentir dominio de un oficio que considero artesanal y me encara a un desafío diferente en cada proyecto-encargo-cliente.

Después dimos un paseo por la playa, tomamos algunas fotografías, y cuando comenzó a llover abrimos nuestros paraguas y nos dirigimos hacia la parada de autobuses para que ella volviera a casa. Con hora y media por delante tendría tiempo de leer, así que le regalé el dossier de un congreso en el que participé con una ponencia titulada: Equipos, del uno al infinito, una conferencia en la que desarrollaba algunos de los principios que propician la creación de un equipo donde solo hay un grupo y donde explicaba la importancia de los "nodos éticos" que como una red sustentan a los componentes de un equipo haciéndoles llegar más alto y más lejos. Pensé que Ruth disfrutaría del artículo ya que será una de las alumnas de BetaLaB (Laboratorio en Beta), el espacio de aprendizaje compartido que pongo en marcha una vez al año -de octubre a mayo, en San Sebastián- para un grupo reducido de profesionales interesados en aprender a liderar equipos.

Ya en casa retomé el volumen que tengo en la mesita: una investigación realizada por Lynda Gratton titulada Prepárate: el futuro del trabajo ya está aquí, en cuya página 234 detalla que son necesarias 10.000 horas de reiterada práctica de una disciplina para alcanzar la maestría de un oficio. Añade esta catedrática de la London Business School que para ser considerado maestro de algo has de poseer conocimientos y profundidad así como haber desarrollado tus propias habilidades siendo creativo e innovador.


Llegado a este punto cerré los ojos y el libro, suspiré, y me dio por recordar algunas experiencias vividas con colegas bajo el slógan de lo que denomino el "recorta-pega y colorea" que no es otra cosa sino la ingente cantidad de profesionales que se dedican a copiar -sin pudor alguno- lo que otros descubren, piensan, escriben o cuentan... 

En el sector de la consultoría el "recorta-pega y colorea" es plaga y siembra la confusión en el mercado porque a los clientes les resulta complejo diferenciar a sirios de troyanos en las primeras fases de selección de un profesional. Después, tan pronto intervienen con un equipo, el cliente se da cuenta de que allí no hay conocimiento, profundidad, habilidades propias, ni horas de vuelo pero... ya es tarde porque han firmado un contrato de colaboración.

En fin, animo a convertirse en un microemprendedor con estilo propio que estudia, explora, profundiza, práctica, reflexiona, acierta, se equivoca y aprende de una manera juguetona ya que serán estas características las que permitirán sobrevivir en el complejo mundo laboral del 2015-2025 cuyo escenario estudia y describe magistralmente Lynda Gratton y cuyo libro recomiendo.


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